Discusión y conclusiones sobre adolescentes y conductas desviadas
Estudio que examina el efecto conjunto del grupo de amigos, edad y género
Dr. Juan Antonio Rodríguez Ramírez
Universidad de los Andes
Venezuela
Este estudio surge de un interés particular por analizar al grupo de amigos entendido como un contexto de socialización significativo en la adolescencia. En especial, estimula este trabajo la disposición de explorar las características propias de estos contextos y su relación con la conducta desviada en distintos tramos de edad y por sexo/género. Sobre las características, en esta investigación se ha podido precisar que los adolescentes de esta muestra tienen, en promedio, una red de casi 20 compañeros o iguales, de los cuales la mitad forman parte de lo que el adolescente considera su grupo. Sin embargo, con solo 6 o 7 miembros de ese grupo mantienen una relación emocional o afectiva. Además, según los datos, el nivel de afecto representado por el apego tiende a ser satisfactorio en estos grupos. Algo importante es que los adolescentes de esta muestra tienen más amigos de su edad que amigos menores o mayores, hecho que permite coincidir con Arnett (2008) en que para los adolescentes sus amigos son iguales dado que tienen más o menos una edad parecida. Los adolescentes comparten con sus amigos una media de 7 horas al día y, durante la mayor parte de este tiempo, desarrollan actividades convencionales. El número de amigos antisociales es bajo, al igual que la frecuencia con la que incurren grupalmente en desviación.
Determinadas las características generales de los grupos de amistad, a continuación se discuten los resultados obtenidos según cada uno de los objetivos propuestos. El primer objetivo fue examinar los cambios de la conducta antisocial y delincuencia grupal en función de la edad y sexo/género. Una de las contribuciones de este estudio ha sido la de observar, independientemente, la conducta antisocial y la delincuencia experimentada por el adolescente junto a su grupo de amigos (delincuencia grupal). Se ha planteado esta opción porque en la mayoría de los estudios sobre edad y delincuencia el indicador de desviación adoptado no hace referencia a la experiencia delictiva del adolescente con su grupo de amigos.
Con respecto a la evolución de la delincuencia usando como indicador la conducta antisocial, se observó que ésta tiende a incrementarse desde los 12 años hasta cerca de los 16 años en ambos géneros. Este dato concuerda con el encontrado en otras investigaciones (Farrington, 1986, 2003; Hirschi y Gottfredson, 1983; Wilson y Herrnstein, 1985). Sin embargo, la curva típica de la edad-delincuencia parece reproducirse mejor en los varones que en las hembras. En el caso de los varones luego de los 16 años se observa el punto de inflexión que reporta la literatura; en cambio, en las hembras el patrón evolutivo a esa misma edad es distinto. En su caso, la conducta antisocial tiende a estabilizarse. Al respecto, los estudios sobre el tema reportan que la tendencia evolutiva de la delincuencia se da en ambos géneros pero hay algunas variaciones destacables. Por ejemplo, con relación a la edad de inicio o la edad tope de participación delictiva, algunos investigadores han hallado que el incremento de la ocurrencia es más acompasado y lento en las hembras; al contrario, otros señalan que ellas alcanzan el pico de mayor ocurrencia antes que los varones. Además, se señala que las hembras tienden a desistir de la delincuencia a una edad más temprana que los varones (Rutter y Giller, 1988). Los hallazgos de esta investigación no coinciden con estas diferencias de género. En este caso, los datos tienden a indicar que las hembras incurren con menor frecuencia en actos delictivos que los varones y aun cuando la curva edad-delito, tal cual es propuesta en la literatura, se representa mejor en ellos, hay más semejanzas que diferencias en ambos géneros con respecto al patrón evolutivo de la delincuencia.
Discusión y conclusiones sobre adolescentes y conductas desviadas
Ahora bien, Warr (1993) propugna que la curva edad-delito se puede explicar por el incremento de la influencia del grupo de amigos en la adolescencia y su subsecuente descenso en la edad adulta. A tenor de esta explicación, se ha analizado también la evolución de la co-participación en actividades delictivas durante la adolescencia en varones y hembras. Los patrones de evolución de la delincuencia grupal muestran hallazgos muy interesantes tomando en consideración el rol que juega el grupo de amigos en este estudio. Cabe destacar que, con respecto a los varones, las hembras, a cualquier edad, reportan una menor incursión en delincuencia junto a sus amigos, reproduciéndose aquí también el gender gap de la desviación. Aunado a esto, el patrón de evolución de este tipo de delincuencia es distinto en ambos géneros. Es evidente que la frecuencia con la cual los varones co-participan con sus amigos en delincuencia se incrementa de forma sostenida hasta los 16 años y, al igual que sucedía con el indicador de conducta antisocial, se observa un punto de inflexión en esta edad. Sin embargo, el patrón evolutivo de las hembras es distinto y de cierta manera irregular. En su caso, se observa que la delincuencia junto al grupo es estable durante los primero años, tendiendo al aumento a partir de los 13 años pero disminuyendo de los 14 a los 15 años. A partir de esta edad aumenta sostenidamente la toma de contacto con conductas antisociales junto a los amigos sin observarse el punto de inflexión presente en los varones. De tal manera, se observa que el patrón evolutivo de la conducta antisocial y delincuencia grupal de los varones es similar, mientras que el de las hembras no. Estas diferencias hacen pensar que el efecto del grupo de amigos en la desviación puede variar según el género y la edad del adolescente.
Esto último lleva a discutir el segundo objetivo de esta investigación. En concreto, se pretendió observar las variaciones de las características grupales, conducta antisocial y co-delincuencia en cuatro sub-muestras definidas por edad y género. Cabe decir en cuanto a esto que, para que cualquier proceso de influencia tenga lugar, es necesario que haya interacción. La literatura indica que a medida que progresa la adolescencia aumenta el tiempo que los jóvenes están en compañía de sus amigos y disminuye el que pasan con sus familias (Arnett, 2008). Este estudio deja claro que el tiempo pasado con los amigos presenta una tendencia a incrementarse con la edad. Los adolescentes, varones y hembras, de entre 15 y 19 años pasan más tiempo con sus amigos que los más jóvenes (aunque las diferencias no lleguen a ser estadísticamente significativas).
Con respecto a la distribución por edad y género, los datos del presente trabajo señalan que la mayoría de los adolescentes se relacionan con amigos de su misma edad y, mayoritariamente, de su mismo sexo. Sin embargo, se aprecia una tendencia a incrementar la relación con personas del otro sexo a medida que avanza la adolescencia. Con respecto al afecto, este estudio muestra que todos los adolescentes presentan niveles elevados de apego hacia los amigos siendo este patrón más evidente entre los adolescentes de mayor edad. Además, se encontró que hay diferencias significativas en el nivel de afecto en función del sexo: las hembras manifiestan una mayor vinculación afectiva con sus amigos, hallazgo que coincide con los de todas las investigaciones anteriores (p. ej. Chu, 2005).
Considerando conjuntamente los resultados de las cuatro comparaciones analizadas, cabe señalar que, en general, se observan más diferencias significativas entre géneros que entre los grupos de edad de cada género. Es decir, aun cuando la edad parece jugar un papel importante en la probabilidad de desviación, siendo posible determinar edades “de mayor riesgo”, este hallazgo es más consistente para los varones que para las hembras. Asimismo, se puede afirmar, de acuerdo con los datos descritos, que las diferencias de género se incrementan a lo largo de la adolescencia. En cuanto a esto hay un dato clave: A medida que aumenta la edad de los varones, aumenta el contacto con amigos delincuentes y también aumentan los niveles de transgresión, tanto los estimados con el indicador de conducta antisocial como con el de delincuencia grupal. Estos amigos pueden ser, en su mayoría, de la misma edad y sexo/género. Pero, a tenor de los primeros análisis, esta tendencia parece ir cesando progresivamente a partir de los 16 años, edad próxima a un momento de vida en la que se comienzan a establecer relaciones de pareja más estables o adquirir otro tipo de compromisos vinculados a la formación universitaria o al empleo.
Discusión y conclusiones sobre adolescentes y conductas desviadas
Con respecto al tercer objetivo, se observa claramente una relación estadística entre la frecuencia de la conducta antisocial que los adolescentes reportan de sí mismos y la que informan de sus amigos, las correlaciones son positivas y significativas en todos los grupos de edad y tanto para varones como para hembras. Los datos confirman un hallazgo que ha sido referido con frecuencia (Mirón y Otero- López, 2005; Rodríguez y Mirón, 2008; Sarnecki, 2001): Conocer amigos desviados es, tanto para los varones como para las hembras de cualquier edad, un correlato muy sólido al momento de predecir la conducta antisocial. Como se ha podido observar, es una variable que presenta una asociación cuantitativamente elevada con el total de conducta antisocial reportado por el adolescente. Con independencia de la edad y el sexo, este hallazgo es generalizable para los cuatro grupos muestrales.
Para finalizar, esta acumulación de evidencias acerca del impacto de los amigos desviados sobre la delincuencia juvenil respalda los postulados de la teoría de la asociación diferencial de Sutherland (1939) y los de la teoría del aprendizaje social de Akers (1977), que conceden un importante significado al grupo en el proceso de aprendizaje de la desviación. Es decir, fortalecen la idea de que la conducta desviada es en buena medida aprendida y que lo es en el contexto del grupo de amigos. El aprendizaje de la conducta antisocial, visto como mecanismo etiológico, se desarrolla principalmente mediante la interacción cara a cara con los amigos en la cual hay una influencia en el adolescente por medio de los mecanismos habituales de refuerzo e imitación. De tal manera, los datos de la presente investigación, coincidiendo con los de la literatura anterior, indican que el grupo de amigos desviados es un factor muy importante para explicar la conducta desviada de ambos géneros (Mirón y Otero – López, 2005; Rodríguez y Mirón, 2008; Sarnecki, 2001). No obstante, también coincidiendo con hallazgos previos, se observa que las hembras se relacionan menos con amigos antisociales en cualquier momento de la adolescencia y éstos son una realidad más común en la socialización de los varones de mayor edad (Storvoll y Wichstrom, 2002). Es probable que los amigos delincuentes tengan el mismo efecto de riesgo en ambos géneros pero las hembras están menos expuestas a ellos y, según la propia literatura (p. ej. Rodríguez y Duque, 2011), socializan más con amistades prosociales… «Ver Artículo Completo»
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FUENTE
Autor: Dr. Juan Antonio Rodríguez Ramírez (Venezuela)
Título: Un análisis de la relación entre grupos de amigos, edad y conducta antisocial: Delimitando diferencias de género/ An analysis of the relationship between friends, age and antisocial behavior: Defining gender differences (pp. 26-45)
Revista: Archivos de Criminología, Seguridad Privada y Criminalística. Año 2, vol. IV enero-julio 2015
10/10/2022